El Palmar, Vejer de la Frontera

El Palmar, Vejer de la Frontera

 

La especial situación de Vejer y su Historia poblada por fenicios, cartagineses, romanos y árabes entre otros, permiten que las características de esa simbiosis cultural haya generado rasgos de indudable valor andaluz.

 

Su término, de amplias proporciones, presenta zonas diversas de las que surgen atractivas propuestas. Notables y extraños por su buena conservación y belleza son los molinos de viento de las fincas de Las Tres Ave María.

No menos espectacular resulta el pago de Santa Lucía, con los restos del Acueducto romano. Del mismo modo, el recinto de La Muela con su fluida fuente y los pinares que rodean a la población no son más que una pequeña muestra de la riqueza de parajes naturales que se concentran en los parques de la Breña y La Janda.

 

No debe olvidarse uno de sus recursos naturales más importantes, la playa de El Palmar. Situada a nueve kilómetros es el lugar idóneo para la práctica de deportes marítimos durante todo el año.

Pero si su entorno próximo es muy sugerente, no lo es menos el espacio urbano. Su recinto amurallado, clave estratégica de la zona, conservado casi en su integridad, es uno de los principales atractivos de la Villa. Las diversas puertas y torres, así como el castillo recuerdan su trascendental pasado militar. Entre sus edificios monumentales, también destaca la iglesia del Divino Salvador, antaño mezquita, y que en la actualidad es un claro ejemplo de la pervivencia del estilo gótico a través de los siglos. Las construcciones civiles de sus habitantes más notables junto a las populares viviendas de paredes encaladas completarán el repertorio arquitectónico de un pueblo notablemente agraciado.

Deambular por las calles de Vejer, perderse entre sus empinadas cuestas y callejones es sin duda uno de los mayores atractivos del visitante. Cada esquina, cada encrucijada mostrará los más sorprendentes y bellos lugares de un pueblo que cuida su imagen y la conserva casi intacta desde los tiempos en que la villa se fue consolidando.

Sus estrechas callejuelas, algunas cubiertas con arcos, sus blancas paredes de cal contrastando con el rico colorido de las plantas o con el de sus macetas hacen del paseo por sus calles algo inolvidable para el visitante. En cada rincón, en cada fachada el detalle puede atraernos. Sus puertas, sus llamadores, sus pequeñas ventanas, todo en sus calles es admirable. Patios que parecen callejones, plazas que simulan patios, interiores que son exteriores, todo es posible en sus calles, pues de alguna forma sólo son el fiel reflejo de una particular forma de sentir la vida.

Abierto al visitante, Vejer muestra sus casas como lugares que se extienden al exterior y no es raro ver a los vecinos hablar animadamente e incluso trabajar en esos espacios sin definir en los que el visitante extrañado, queda confuso pero admirado por las formas en las que los habitantes de Vejer han planteado su relación con su pueblo.

Para finalizar el recorrido, continuaremos desde la Plaza de España por la calle Corredera alcanzando nuestro punto de partida en la Avenida de los Remedios.

Plaza de España